En 1923, dentro
del marco del movimiento de la Nueva Objetividad, el artista alemán Otto Dix comienza
a desarrollar una serie de cincuenta grabados al aguafuerte, punta seca y
aguatinta que serán publicados al año siguiente.
¿El
tema? La guerra.
Dix se
ofreció, como tantos jóvenes europeos, voluntario, con alegría en su corazón, envuelto
en ilusiones románticas, como si de una aventura juvenil se tratase o de una
cruzada nacional que traería un mundo nuevo y mejor…y vaya que trajo un mundo
nuevo, pero no mejor.
Combatió en
el frente, desde el primer al último día de la Gran Guerra (1914-1918) y, como
se mencionó, en 1923, con esta serie de grabados inauguró una década dedicada a
exorcizar los demonios que noche a noche le atormentaban…
Otto Dix, comandó una sección de ametralladoras durante la guerra. Vivió en las trincheras durante cuatro años
“Ocurre lo siguiente,
de joven, uno no se da cuenta que, en el interior, si quedan huellas. Durante muchos
años, por lo menos diez, tuve una y otra vez esos sueños en los que me tenía
que arrastrar por casas destruidas, por pasillos en los que apenas cabía. Las
ruinas siempre estaban en mis sueños…”
Está década
de trabajo dedicado al tema que le atormentaba, comienza con la que sea, muy
probablemente la serie gráfica más importante del S XX., comparada muchas veces
con la estremecedora obra de Francisco de Goya,” Los desastres de la Guerra” y
culminaría con el gran tríptico pintado al óleo “la guerra”, en 1932, cuando
nuevas nubes de tormenta comenzaban a enturbiar la política europea.
La elección
del grabado para inaugurar este ciclo, no es casual
“Muchas veces
terminaba grabando mis pinturas al aguafuerte; Con este medio en apariencia más
sencillo se puede decir todo, de manera más penetrante e insistente … “
Esta
declaración deja de manifiesto, cuán importante es el lenguaje plástico
elegido, para interpretar adecuadamente las necesidades expresivas del artista
y que la obra requiere.
A lo largo
de las cincuenta, o para ser más preciso, cincuenta y un estampas (Una de ellas
fue considerada por el propio Dix y su editor, tan fuerte que, en un acto de
autocensura, la eliminaron de la primera edición), nunca se muestran, con
excepción de una, escenas de violencia, sino las consecuencias de ella.
La imagen auto censurada, un soldado violando a una monja
Los
rostros, cuerpos, que Dix nos muestra son grotescos, casi rozando la
monstruosidad a veces. El arte de la Nueva Objetividad o Neue Sachlichkeit era
crudo, provocativo y ásperamente satírico, era un realismo que se basaba, no en
la adecuación a las formas externas, sino en el intento de reflejar el espíritu
de una situación determinada.
Nada hay de
heroico en los grabados de Dix, todo es miseria, embrutecimiento, corrupción de
las formas. Ya ni siquiera reflejan tristeza o angustia, las imágenes quedan
plasmadas en las placas de metal tal cual las viera un observador anestesiado,
por el acostumbramiento, ante semejante brutalidad.
Un soldado toma su comida entre cadáveres,
totalmente insensibilizado al horror que le rodea
Hay una utilización, por parte del artista, de los medios que le provee la técnica del grabado, para reconvertir procedimientos técnicos en lenguaje expresivo, como la utilización de los mordientes (ácidos) para representar la corrupción de las carnes, tal como lo utilizaría décadas más tarde, Andy Arnovitz en su serie Acid!
Con un manejo extraordinario de la técnica del aguatinta y jugando con la corrosión del ácido, Dix representa la descomposición de los cuerpos
No sólo refleja en esta serie el sufrimiento del combatiente, sino también, de la población civil en escenas como esta:
Toda la locura y el dolor en el rostro de esta madre
que ha pedido a su pequeño hijo
Lo grotesco no es sólo patrimonio de la representación de los soldados,
sino también para las mujeres que se han visto obligadas a prostituirse, para sobrevivir
De la misma manera que Goya en sus "Desastres de la guerra" condena la violencia, la ejerza quien la ejerza, Dix no toma partido, no es arte patriótico, es una declaración antibélica en una Alemania dominada por la intolerancia y la violencia, ejercida tanto por las derechas e izquierdas.
En la mirada de Dix, no hay acusaciones hacia uno u otro, con mirada casi forense, nos muestra imágenes lo más realistas posibles de lo que el fue testigo directo (Como Goya nuevamente).
“Yo pinto
naturalezas muertas. La furia no se puede pintar”...diría.
Y graba paisajes que sufren los estragos de la guerra...
...y hombres que se han convertido en parte de un paisaje dantesco
Realizadas en la técnica del aguafuerte, la punta seca y el aguatinta, ponen de manifiesto que Dix, es sin dudas uno de los grandes grabadores de la historia, no sólo por el dominio técnico de los procedimientos, sino también por la utilización expresiva de los mismos.
En esta macabra escena nocturna, se puede apreciar como la utilización del aguatinta contribuye a cargarla, no sólo de dramatismo sino también de una poética del horror.
En esta escena, Dix no puede sustraerse a realizar un pequeño homenaje
a su admirado maestro, Francisco de Goya
Francisco de Goya, Los fusilamientos del 3 de Mayo
"Luego,
al hablar de un arte de la guerra ¿podríamos mencionar también una estética de
la guerra? Seguramente sí. Hay una estética de la guerra de la misma manera que
hay una estética de lo terrible y hasta una estética de la miseria. Veamos por
ejemplo la obra gráfica de dos artistas que mediante la técnica del aguafuerte plasmaron
las atrocidades de la guerra así como el sufrimiento que puede caber en ese mar
sin orillas que es la sensibilidad del hombre: Francisco de Goya y Lucientes,
que ilustró los horrores de la invasión francesa en España entre 1808-1812, y
Otto Dix, que hizo otro tanto en relación a las batallas en el frente
occidental durante la Primera Guerra Mundial, 1914-1918.”
Max Gansbiller
Con el óleo de gran formato "Flandes", 1934 Dix da por concluido el período
dedicado a la primera guerra mundial.
En 1933 con el ascenso del nazismo, perderá su cátedra y su obra será considerada Arte Degenerado. A los 54 años será obligado a combatir nuevamente en los últimos estertores del Tercer Reich. Capturado por los franceses, será prisionero durante 10 meses, liberado en 1946 regresará a su querida ciudad de Dresde, para encontrarla arrasada hasta los cimientos por los bombarderos aéreos aliados. Su obra entonces volverá a cargarse de un impetú expresionista, pera esa, es otra historia.
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