ARTISTAS DEL FROTTAGE: MAX ERNST

 

"Eva, la única que nos queda", frottage, 1925


Max Ernst (Alemania 1891 - Francia 1976) fue un artista alemán nacionalizado francés considerado figura fundamental tanto en el movimiento Dadá como en el Surrealismo. A lo largo de su variada carrera artística, Ernst se caracterizó por ser un experimentador infatigable, utilizando una extraordinaria diversidad de técnicas, estilos y materiales. En todas sus obras buscaba los medios ideales para expresar, en dos o tres dimensiones, el mundo extra sensorial de los sueños y la imaginación.

En 1925 comenzó a aplicar la técnica del frottage a la actividad artística 

( Ver:Frottage, Historia y artistas )

En 1926 publicó "Histoire naturelle" , una obra compuesta por 34 impresos a la fototipia (*) de originales realizados en la técnica de Frottage.

La galerista, editora y librera, Jeanne Bucher, fue la responsable de editar los trescientos ejemplares de esta obra. Bucher apoyó a los artistas de vanguardia a través de las ediciones de Libros-Arte



En las imágenes para Histoire naturelle, Ernst abarca prácticamente todos los rangos expresivos del Frottage. Lo utiliza para los fondos; unos fondos que con frecuencia imitan superficies como la madera, de la que el artista se sirve. Sobre ellos da forma, también registrando texturas a través de esta técnica, a elementos orgánicos con frecuencia indeterminados (otras veces no: en una de las estampas aparece uno de sus queridos caballos) conformando paisajes oníricos, sugeridos por el subconsciente. De ahí el efecto extraño, inquietante, pero también atractivo, de estas estampas.

Carpeta original, que contenía las 34 impresos de la "Histoire Naturelle", 
con prólogo de Hans Arp.

Son ejemplares de lo que Ernst denominaba “surrealismo automatizado”, donde el artista deja que el subconsciente guíe su mano en la creación de la imagen mediante esta nueva técnica  Tras “frotar” con lápiz o crayones un papel colocado encima de materiales tan diversos como madera, hojas, migas de pan, rollos de alambre o papel arrugado, el artista creaba con la textura resultante paisajes, objetos y criaturas fantásticas; reuniendo elementos dispares en una nueva red de significados y transfiriendo al papel imágenes ocultas de lo real.

"Rayo adolescente", frottage, 1925

"Olvidar todo", frottage, 1925

"La comida de la muerte", frottage, 1925

"El fugitivo", frottage, 1925


Max Ernst, creo, en su Historia Natural, desde inidentificables animales...


"El despegue de los castaños", frottage, 1925


"El ciprés fascinante", frottage, 1925

"Confidencias", frottage, 1925



...pasando por paisajes metafísicos...

"El ídolo, frottage", 1925

"Afeitado de las paredes", frottage, 1925

"El hábitat de las hojas", frottage, 1925

Detalle del "El hábitat de las hojas"



...extrañas naturalezas muertas...

"La rueda de la luz", frottage, 1925

...hasta imágenes inquietantes

Si bien Max Ernst, es un reconocido miembro del dadaísmo y el surrealismo, uno no puede dejar de pensar que las estampas de Historia Natural, nos sugieren también imágenes metafísicas, con esos espacios quietos y vacíos de atmósfera, figuras que creemos reconocer, pero no a identificar claramente.
Esta narración visual, esta poesía visual mejor dicho, es un maravilloso antecedente de las que sin duda serán, sus más memorables y conocidas novelas de imágenes, como "La mujer de 100 cabezas" y "Una semana de bondad".

Max Ernst trabajando en sus frottage




(*) Fototipia: Procedimiento de impresión fotomecánica (en talleres de artes gráficas). Ideado en 1856 por Louis Alphonse Poitevin, posteriormente fue perfeccionado por Joseph Albert.

Sobre una matriz constituida por una placa de vidrio, se extendía una capa de emulsión fotosensible constituida por gelatina bicromatada, que se sometía a cocción, y después era impresionada mediante contacto con el negativo fotográfico. La gelatina se hacía más insoluble en las zonas transparentes del mismo. De este modo la tinta se absorbía con mayor facilidad en esas zonas transparentes.

 Este procedimiento permitía imprimir un número limitado a no más de 500 copias; pues se deterioraba la gelatina durante el proceso de impresión, y se perdía nitidez de la imagen.

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