Gráfica urbana, Žilda



El ángel de la muerte

Lo sublime en el arte urbano

por Pamela Zerbo

Un edificio en ruinas atravesado por la luz del sol rasante que se cuela a través de las aberturas destrozadas por el tiempo le sirven de fondo al ángel femenino que preside la escena, su rostro misterioso con grandes alas terminadas a forma de guadañas señalan el trágico momento en que la muerte se dispone a recibir las almas en transición y conducirlas para ser juzgadas en el más allá. En una de sus manos sostiene una bengala encendida que genera una luz, mostrando que todo llega en el momento justo, ni antes ni después y al mismo tiempo, la niebla, misteriosa e indefinida, esa que solo puede ser traspasada por la imaginación... y entonces se produce la disolución de las fronteras del espacio y tiempo. Podríamos estar viendo una obra de William Turner, Caspar Friedrich o Piranesi,pero lo que se nos presenta ante la vista es una pegatina callejera, totalmente contemporánea, 
Unas ruinas modernas, una imagen descontextualizada de una pequeña ilustración antigua de Carlos Schwabe y una cámara fotográfica eternizando la puesta en escena del artista,  demostrando que la fugacidad del tiempo escapa al control humano.

Carlos Schwabe, El ángel de la muerte



El amor



Suele decirse que cada ser humano tiene asignado un destino en la vida, el de Žilda
bien podría ser el del Héroe romántico, que en un sueño o en la realidad, con su espíritu nómade recorre el mundo para liberar su ser del asfixiante aire de las limitaciones marcadas por el tiempo y la anti épica vida contemporánea.
De origen francés y autodidacta, apasionado por los libros antiguos y la prensa popular, se empapa de  antiguas ilustraciones y pinturas olvidadas o que pertenecen a coleccionistas privados, de grabados de Bartolomé Esteban Murillo, Correggio, Prud’hon, Bouguereau, Füssli, entre otros y de artistas menos afortunados que el mundo del arte no aceptó plenamente, como Dugaseau, Carlos Schwabe, Elihu Vedder, Signol, Gervex y Satty. Del arte urbano, el único artista a quien admira y respeta, es Ernest Pignon.

Tomando la nostalgia, como una cuenta pendiente, traslada esas imágenes a tamaño natural, por medio de diversa técnicas como el dibujo, la pintura o el grabado,  muchas veces imitando el efecto del buril sobre el bloque de madera o metal con pluma y pincel sobre el papel.


La cabellera, Santa Chiara Baudelaire, Nápoles

La doncella y la muerte

 


Si centramos la atención en la selección de imágenes vemos que ésta no es aleatoria,sino que su selección está basada en pequeñas figuras dramáticas de la historia que ampliadas a gran escala y recontextualizarlas siempre buscarán llamar la atención del transeúnte y generarle impacto, pero al mismo tiempo, la naturaleza de su ser romántico no puede dejar de interpelar el reflejo melancólico de la vida humana.


Icaro, Paris


Tomando el cuadro de la caída de Ícaro, de Pieter Brueghel como idea y los grabados de Hendrick Gultzius, traslada su figura a gran escala en diversos paredones de la ciudad, nos cuestiona y demuestra que como dice el proverbio " Ningún labrador se detiene por la muerte de un hombre" , que nada  perturba la vida cotidiana, y al mismo tiempo como Tántalo, Faeton e Ixión que en su caída se muestra la libertad, sin la cual no hubiesen obtenido la grandeza y el derrumbe como el castigo por su atrevimiento; en esta época desprovista de los ideales heroicos.

Icaro, Hendrick Gultzius, grabado en metal




Hendrick Gultzius, Ixión, grabado en metal


Ixión, Belgrado


"Gretchen" ( Margarita), de "Fausto", de Johann Wolfgang Von Goethe. Rennes, Francia



Pero la obra de Zilda no consiste sólo en la elección de imágenes nostálgicas y pérdidas por el tiempo, su obra no sería igual si sus imágenes no habitasen donde habitan. Estudia sus locaciones y ellas lo estudian a el. Busca meticulosamente los espacios o el lugar sale a su encuentro a través de un viaje hacia la contemplación en si misma. Muchas veces pasan años desde que ve un sitio y consigue la imagen ideal para habitar el espacio perfecto y así obtener un resultado sublime.

James Bertrand, La Margarita de Fausto, grabado en metal


Lucia de Lammemoor, ópera de Donizeti, basado en un grabado en madera para 
el Ilustrate London News

Salamancis, Toulouse



Grabado de un cuadro de Charles Landelle, Salamancis

La viuda y el mar



Esos lugares son muros destrozados por el paso del tiempo, rincones donde la gente acumula desechos, iglesias perdidas y olvidadas del recuerdo de los mortales, épicos castillos en ruinas, terrazas maltratadas, lugares donde se unen los restos materiales del pasado con la potencialidad de las fuerzas destructoras de la naturaleza dando como resultado un imagen patéticamente bella que quedará grabada en la retina del espectador respirando la agonía romántica que despide su obra. Donde la oscuridad de la atmósfera romántica y una conciencia estética de ella  dan como resultado una combinación onírica de todos los elementos... el encuadre, las ruinas, la nostalgia, naturaleza, tiempo, niebla, misterio y por supuesto el deseo del retorno.





La sirena, Lorient, basado en un grabado de Emile Bayard,
en la quilla de un barco semi sumergido 

Ese deseo del retorno del espíritu que está presente en  "To Breiz" donde a través del viaje a su Bretaña natal  reconstruirá sus mitos y su historia, adentrándonos en las profundidades de lo antiguo, lo oculto y lo mágico. Recreando la iconografía de las tragedias griegas, los mitos celtas, las fábulas, lo pagano y lo cristiano, y a consciencia que este camino del retorno se haya obstaculizado por los vaivenes de la naturaleza donde la belleza del día y la sublimidad de la noche se alimentan mutuamente y son indispensables una del otro. Donde las viejas piedras fueron testigos de un momento ideal, en medio de bosques bañados por sombras y luces misteriosas, donde sus personajes perdidos con apariencia de vida pueblan esas construcciones antiguas ya no en carne y hueso sino en papel .Nos envuelven en la reminiscencia de la destrucción y la grandeza que fue el hombre, y como la naturaleza lo ha despojado de sus honores. Un sentimiento trágico de lo perecedero.  Las ruinas son el marco que cree adecuado al destino fatal de la destrucción de sus obras, la grandeza y el terror del hombre se sumen a la grandeza y el terror de la naturaleza.





Para el romántico no hay una mejor expresión material de los poderes adversos que los fenómenos aniquiladores de la naturaleza y el paso del tiempo.

Zilda, como todo artista urbano sabe que su obra no perdurará en el tiempo, sus obras son de las más efímeras dentro del conglomerado del arte callejero, y como tal maneja la destrucción como sólo puede ser concebida por el artista romántico, es decir, sabiendo que solo alcanzará su verdadera identidad aceptando su función creadora y trascendiendo la destrucción. Esa conciencia de la fatal aniquilación de la obra frente al espíritu de la naturaleza.

Símbolos de la destrucción que se dan cita en un paisaje a la vez violento y mórbido, escenas y figuras concretas que emerge de un mundo en que todo es soledad, etéreo, peculiar, contundente, la belleza del silencio y de la desolación se combinan con tumbas, ruinas, crepúsculos, tormentas, atmósfera de anonadamiento y la aniquilación como camino supremo de creatividad. no es ya la destrucción lo que trata de comunicarse al espectador sino algo cien veces mas violento, las sensaciones de la destrucción. 

VIDEOS

Zilda en Nápoles

Zilda, de regreso en Nápoles, 2015

Zilda, "Tro Breiz"

Zilda, "L'angelo custode"









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